Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 5: 1–23; Apocalipsis 11: 8; Éxodo 6: 1–13; Salmos 73: 23–26; 2 Corintios 6: 16; Éxodo 6: 28-7: 7.
Para memorizar
«Después Moisés y Aarón se presentaron ante Faraón, y le dijeron: “El Señor, el Dios de Israel, dice así: ‘Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto’”. Y Faraón respondió: “¿Quién es el Señor para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a Israel”» (Éxo. 5: 1, 2).
Muchos creyentes piensan que al decidir seguir a Jesús solo experimentarán felicidad, prosperidad y éxito. Sin embargo, la Biblia deja claro que esto no siempre es así. A veces aparecen muchos obstáculos y nuevas dificultades. Esto puede resultar muy frustrante y suscita preguntas que no siempre tienen respuestas sencillas o, al parecer, ninguna.
Quienes confían en Dios se enfrentarán a numerosas pruebas. Sin embargo, cuando perseveramos, Dios nos provee soluciones en el momento correcto y en sus términos. Sus caminos pueden entrar en conflicto con nuestras expectativas de soluciones rápidas o instantáneas, pero debemos aprender a confiar en él a pesar de todo.
El tema de esta semana es la orden dada a Moisés de sacar de Egipto al pueblo de Dios, un llamado que no podía ser más claro, ya que incluyó milagros y la comunicación verbal directa de Dios diciéndole exactamente qué quería que hiciera.
Debería haber resultado sencillo para Moisés, ¿verdad?
Domingo, Julio 13
¿Quién es el Señor?
Tras las órdenes de Dios, Moisés se presenta ante el faraón para iniciar el proceso en virtud del cual él sacaría de Egipto al pueblo de Dios (Éxo. 3: 10).
¿Cuál fue la respuesta del faraón a la exigencia divina: «Deja ir a mi pueblo» (ver Éxo. 5: 1, 2) y qué es lo significativo de su respuesta?
«¿Quién es el Señor?», declara el faraón, no con el deseo de conocerlo, sino como un acto de desafío o incluso de negación de Dios, a quien admite que no conoce.
«Yo no conozco al Señor», dice, casi como un alarde.
¿Cuántas personas han dicho lo mismo a lo largo de la historia? Cuán trágico es eso porque, como dijo el mismo Jesús: «Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Juan 17: 3).
Egipto, con el faraón como rey, represe
La siguiente declaración del faraón («tampoco dejaré ir a Israel») pone aún más de manifiesto esta rebelión contra el Dios vivo, convirtiendo a Egipto en un símbolo no solo de la negación de Dios, sino de un sistema que lucha contra él.
No es de extrañar que muchos vieran esta misma actitud, milenios después, en la Revolución Francesa (ver también Isa. 30: 1-3; Apoc. 11: 8). El faraón creía ser una deidad o el hijo de un dios, claro ejemplo de pretensión de superioridad, inteligencia y poder absoluto.
«De todas las naciones mencionadas en la historia de la Biblia, fue Egipto la que con más osadía negó la existencia del Dios vivo y se opuso a sus mandamientos. Ningún monarca resistió con tanto descaro a la autoridad del cielo, como el rey de Egipto. Cuando Moisés se presentó ante él para comunicarle el mensaje del Señor, el faraón contestó con arrogancia: “¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Éxo. 5: 2). Esto es ateísmo; y la nación representada por Egipto iba a oponerse de un modo parecido a la voluntad del Dios vivo, y a dar pruebas del mismo espíritu de incredulidad y desconfianza» (Elena G. de White, El conflicto de los siglos, pp. 272-273).
Si alguien te preguntara si conoces al Señor, ¿qué le responderías? Si tu respuesta fuera afirmativa, ¿cómo lo describirías y por qué?
Lunes, Julio 14
Un comienzo difícil
Aunque Moisés vislumbraba sin duda cuán difícil era lo que el Señor le había encomendado (de allí su renuencia), probablemente no tenía siquiera idea de lo que le esperaba.
Lee Éxodo 5: 3 al 23. ¿Cuáles fueron los resultados inmediatos del primer encuentro de Moisés y Aarón con el faraón?
Incluso antes de presentarse ante el faraón, Moisés y Aarón reunieron a los ancianos y al pueblo de Israel, les refirieron las palabras de Dios e hicieron ante ellos las señales sobrenaturales de origen divino, lo que hizo que Israel creyera que el Señor los liberaría de su esclavitud. Como resultado, adoraron al Señor (Éxo. 4: 29-31). Las expectativas eran grandes: el Señor iba a liberar por fin al pueblo hebreo de su esclavitud.
Moisés presentó entonces al rey de Egipto las exigencias de Dios, y las cosas empeoraron para los israelitas. Su sufrimiento aumentó, y su trabajo diario se hizo más pesado y exigente. Se los acusó de ser perezosos, se los trató con más dureza y su servicio se hizo más difícil de lo que ya había sido.
En consecuencia, los líderes del pueblo no estaban contentos, y el enfrentamiento entre ellos y Moisés y Aarón fue desagradable, algo que, como veremos más adelante, presagiaba el tipo de conflictos que Moisés tendría con su propio pueblo en los años venideros.
Lee Éxodo 5: 21 y ponte luego en el lugar de estos hombres cuando confrontaron a Moisés y a Aarón. ¿Por qué dijeron eso?
No es tan difícil entender por qué se habían airado contra Moisés («Que el Señor los examine y juzgue», dijeron). Pensaban que Moisés venía a liberarlos de los egipcios, no a hacer el yugo de su servidumbre aún más difícil.
Así, además de lidiar con los egipcios, Moisés y Aarón tuvieron que hacerlo también con su propio pueblo.
¿Cuáles son algunas de las mejores maneras de tratar con los líderes de la iglesia local cuando surgen desacuerdos, como inevitablemente sucede?
Martes, Julio 15
El divino «yo»
Pobre Moisés. Primero es reprendido por el faraón, y ahora su propio pueblo no hace más que maldecirlo.
Así, pues, Moisés presenta su queja a Dios. En su amargura y decepción por el empeoramiento de las condiciones de Israel, le dice: «¿Por qué tratas tan mal a este pueblo? ¿Para esto me enviaste? Desde que me presenté ante el faraón y le hablé en tu nombre, no ha hecho más que maltratar a este pueblo, que es tu pueblo. ¡Y tú no has hecho nada para librarlo!» (Éxo. 5: 22, 23, NVI). El descontento de Moisés con el Señor es obvio y comprensible en vista de la situación.
La respuesta de Dios, sin embargo, es contundente. Él actuará, y de manera muy decidida. «Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón» (Éxo. 6: 1, NVI).
Lee Éxodo 5: 22 a 6: 8. ¿Cuál es la respuesta de Dios a Moisés y qué importantes verdades teológicas se destacan aquí?
Dios ya no solo hablará; ahora intervendrá poderosamente en favor de su pueblo. El Señor le recuerda a Moisés algunos hechos pertinentes: (1) yo soy el Señor; (2) me aparecí a los patriarcas; (3) establecí mi pacto con ellos; (4) he prometido darles la tierra de Canaán; (5) he oído el gemido de los hijos de Israel; y (6) me he acordado de mi compromiso de darles la Tierra Prometida.
Nótese la repetición del pronombre «yo» aplicado por Dios a sí mismo (vers. 2, 6): yo, el Señor tu Dios, he hecho tal y tal cosa, y por eso puedes confiar en que yo haré por ti lo que te he prometido.
El Señor proclama ahora solemnemente que hará cuatro grandes cosas por Israel porque él es su Señor viviente: (1) «Voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios»; (2) «voy a librarlos de su esclavitud»; (3) «voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia» y (4) «haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios» (Éxo. 6: 6, 7, NVI).
Estas cuatro acciones divinas aseguran y restablecen su relación con su pueblo. Dios es el sujeto de todas estas actividades, y los israelitas son los destinatarios de todos estos beneficios y de su gracia. Dios ofrece estos dones gratuitamente y por amor. Lo hizo entonces en favor de ellos y lo hace ahora en nuestro favor.
¿Qué otros personajes de la Biblia se quejaron ante Dios con buenas razones? ¿Por qué es correcto que a veces derrames tu alma ante Dios e incluso te quejes de tu situación? ¿Por qué, sin embargo, debes hacerlo siempre con fe y confianza?
Miércoles, Julio 16
Labios incircuncisos
En efecto, el Señor había hecho a Moisés algunas poderosas promesas acerca de lo que haría. Aunque aquel encuentro animó, sin duda, a Moisés, probablemente su ánimo duró poco dada la respuesta que recibió del pueblo.
Lee Éxodo 6: 9 al 13. ¿Qué sucedió después y qué lecciones podemos extraer de esta historia acerca de los momentos de decepción y lucha en nuestra vida?
Los hebreos estaban tan descorazonados por su dolor, sufrimiento y duro trabajo que no escuchaban las palabras de Moisés, quien les aseguró que Dios intervendría para cumplir lo que prometió. Habían esperado tanto tiempo sin ver cumplidas sus expectativas. ¿Por qué habría de ser diferente ahora? Estaban perdiendo el ánimo y la esperanza, algo tanto más triste por cuanto aquella era tal vez la primera ocasión en la que habían tenido una esperanza fundada de liberación.
¿Quién no ha estado en una situación similar? ¿Quién no se ha sentido en algún momento deprimido, decepcionado, insatisfecho e incluso abandonado por Dios?
¿Recuerdas la historia de Job? ¿Y la de Asaf, un salmista que luchaba con sus preguntas acerca de la prosperidad de los malvados y el sufrimiento de los justos? Sin embargo, a pesar de sus luchas, Asaf dio expresión a una de las más bellas confesiones de fe: «Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna» (Sal. 73: 23–26, NVI).
A través de la historia sagrada, Dios ha asegurado a su pueblo que él está con ellos (Isa. 41: 13; Mat. 28: 20). Él les da su paz, su consuelo, y los fortalece para superar los desafíos de la vida (Juan 14: 27; 16: 33; Fil. 4: 6, 7).
La declaración pactual: «Los haré mi pueblo y seré su Dios» (Éxo. 6: 7) expresa la relación íntima que el Señor desea tener con ellos.
Piensa en la declaración «los haré mi pueblo y seré su Dios» (Éxo. 6: 7). Aunque el contexto de ella es corporativo, ¿cómo se aplica a cada uno de nosotros individualmente y cómo debería esa relación ponerse de manifiesto diariamente en nuestra vida? (Ver también 2 Cor. 6: 16).
Jueves, Julio 17
Como dios para faraón
Lee Éxodo 6: 28 a 7: 7. ¿Cómo responde el Señor a la objeción de Moisés?
Dios se presenta a Moisés como Yahvé, lo que significa que es el Dios personal y cercano, el Dios de su pueblo, el Dios que entabló una relación de pacto con ellos.
Este Dios cercano vuelve a ordenar a Moisés que vaya a hablar con el faraón. Sin confianza en sí mismo, Moisés vuelve a objetar: «¿Cómo me oirá Faraón?». Aquí podemos ver de nuevo no solo la humildad de Moisés, sino también su reiterado deseo de librarse de la tarea, que hasta ahora no había sido exitosa.
«Cuando Dios ordenó a Moisés que se presentara de nuevo ante el faraón, Moisés manifestó desconfianza en sí mismo. El término aral sefataim (lit. “incircunciso de labios” [RVA]), que se usa aquí para expresar la torpeza oratoria de Moisés (6: 12, 30), es similar al que aparece en Éxo. 4: 10, “tardo en el habla”» (Comentario bíblico Andrews [Buenos Aires: ACES, 2024], t. 1, p. 242).
En su misericordia, Dios hace que Aarón ayude a Moisés. Este hablará a Aarón, quien a su vez hablará públicamente al faraón. Así, Moisés desempeñará el papel de Dios ante el rey egipcio, y Aarón será su profeta.
Este relato proporciona una excelente definición del papel de un profeta como vocero de Dios. Es decir, como su representante para transmitir e interpretar la palabra dirigida por Dios al pueblo. Así como Moisés habló con Aarón y este con el faraón, Dios se comunica con un profeta, quien luego proclama la enseñanza de Dios al pueblo, ya sea verbalmente y en persona o, como era más frecuente, mediante el registro escrito del mensaje recibido.
Dios también explica a Moisés lo que puede esperar de los encuentros con el faraón. Le advierte que el enfrentamiento será intenso y prolongado, y le recalca por segunda vez que el faraón será muy terco y que endurecerá su corazón (Éxo. 4: 21; 7: 3). Sin embargo, el resultado será positivo, ya que «sabrán los egipcios que yo soy el Señor» (Éxo. 7: 5, NVI). Es decir, Dios será glorificado incluso en medio del caos que sobrevendrá.
Moisés ya no tuvo excusas para negarse a hacer lo que Dios le encomendó. ¿Qué excusas podríamos presentar nosotros para intentar librarnos de lo que sabemos que Dios quiere que hagamos?
Viernes, Julio 18
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «Las plagas de Egipto» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 233–237.
Nota cómo empeoraron las cosas para Moisés y su pueblo después de que este se presentó por primera vez ante el faraón:
«El rey, lleno de ira, sospechaba que los israelitas tenían el propósito de rebelarse contra su servicio. El descontento era el resultado de la ociosidad; trataría de que no tuvieran tiempo para dedicarlo a proyectos peligrosos. Inmediatamente dictó medidas para hacer más severo su trabajo y aplastar el espíritu de independencia. El mismo día, ordenó hacer aún más cruel y opresiva su labor.
»En aquel país, el material de construcción más común eran los ladrillos secados al sol; las paredes de los mejores edificios se construían de este material, y luego se recubrían de piedra; y la fabricación de los ladrillos requería una gran cantidad de siervos. Como el barro se mezclaba con paja, para que se adhiriera bien, se requerían grandes cantidades de este último elemento; el rey ordenó ahora que no se suministrara más paja; que los obreros debían buscarla ellos mismos, y esto exigiéndoseles que fabricaran la misma cantidad de ladrillos.
»Esta orden causó gran consternación entre los israelitas por todos los ámbitos del país. Los comisarios egipcios habían nombrado a capataces hebreos para dirigir el trabajo del pueblo, y estos capataces eran responsables de la producción de quienes estaban a su cargo. Cuando la exigencia del rey se puso en vigor, el pueblo se diseminó por todo el país para recoger rastrojo en vez de paja; pero les fue imposible realizar la cantidad de trabajo acostumbrada. A causa del fracaso, los capataces hebreos fueron azotados cruelmente» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 234, 235).
Preguntas para dialogar:
Piensa en alguna ocasión en la que aceptaste un llamado de Dios y las cosas no comenzaron bien o no resultaron de la mejor manera. ¿Qué lecciones aprendiste de esa experiencia?
Comparte con otros tu experiencia acerca de cómo intervino Dios en tu vida cuando le pediste ayuda o cuando no esperabas su intervención. ¿Cómo podemos creer en la bondad de Dios cuando suceden cosas malas, incluso a quienes confían en él?
¿Qué dirías a alguien que declara: «No conozco al Señor»? En caso de que esa persona no expresara eso como un desafío sino como una realidad en su vida, ¿qué podrías hacer para ayudarla a «conocer al Señor» y explicarle por qué es eso importante?
Explora un recorrido temático por los eventos clave de la historia de Israel, desde las plagas de Egipto hasta la construcción del Tabernáculo, con el objetivo de extraer lecciones prácticas y espirituales aplicables a la vida del creyente de hoy. Este estudio bíblico en PDF y en línea busca mostrar cómo la historia de Israel sirve como advertencia e instrucción, permitiendo comprender y aplicar sus principios espirituales en nuestra vida cotidiana. Incluye una introducción y trece lecciones detalladas: desde la opresión y el nacimiento de Moisés, pasando por la zarza ardiente, las plagas, la Pascua, la apertura del Mar Rojo, hasta el Pan y el Agua de Vida, el pacto en el Sinaí, cómo vivir la Ley, la apostasía e intercesión, la petición de ver la gloria de Dios, y finalmente, la construcción del Tabernáculo. Cada lección está disponible en PDF y en línea, facilitando el estudio personal, grupal o en clases bíblicas. Aprovecha estos recursos gratuitos para profundizar en la historia bíblica, fortalecer tu fe y entender cómo los principios de Israel pueden guiar y transformar tu vida espiritual hoy.
Sábado 9 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 15: 22–16: 36; Génesis 3: 1–6; Éxodo 17: 1–7; 1 Corintios 10: 4; Éxodo 18: 1–27; 1 Corintios 10: 11.
Para memorizar
«Y el Señor dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo se negarán a guardar mis mandamientos y mis leyes? Miren que el Señor les dio el sábado. Por eso en el sexto día les da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su estancia, y nadie salga de su lugar en el séptimo día”. Así, el pueblo reposó el séptimo día» (Éxo. 16: 28–30).
Tras salir de Egipto, Israel emprendió un viaje desconocido hacia la Tierra Prometida. El pueblo se enfrentaba a un exigente y largo camino, y necesitaba aprender una multitud de lecciones. El Señor los guiaría y cuidaría, y deseaba ayudarlos a crecer, pero debían aprender disciplina, dominio propio, abnegación, generosidad, confianza en el Señor y, especialmente, obediencia.
Moisés era un líder visible, y el pueblo tenía que seguirlo y aceptar su liderazgo si querían triunfar. Era crucial que permanecieran unidos, que cooperaran como comunidad y que se ayudaran mutuamente. Había muchos obstáculos y desafíos por delante. Gran parte de su crecimiento espiritual dependería de cómo enfrentaran esos desafíos y respondieran a Moisés, especialmente cuando los retos fueran grandes.
El conocido adagio chino de que «un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso» era acertado en la situación de ellos, y necesitaban confiar en las indicaciones del Señor a cada paso. Trágicamente, como veremos, no aprendieron esas lecciones tan fácilmente. Pero ¿quién lo hace?.
Domingo 10 de agosto 2025
Aguas amargas
En los incidentes registrados en la Biblia, distintos personajes desempeñan papeles diferentes, buenos o malos, y debemos prestar mucha atención a las tramas, los lugares, los tiempos y los villanos. Sin embargo, lo más importante de un relato suele ser el desenlace y las lecciones aprendidas. Lo mismo puede decirse de los relatos bíblicos acerca de la historia del pueblo de Dios tras el cruce del Mar Rojo.
Como muestran los episodios, Dios es el Solucionador de problemas y el Pacificador. Sin embargo, su labor es dificultada por la incredulidad de las personas. Debido a su constante murmuración y desobediencia, los hebreos experimentaron serias complicaciones e incluso tragedias. Trajeron sobre sí mismos muchas dificultades debido a su incredulidad e impenitencia.
Lee Éxodo 15: 22 al 27. Tras el cruce del Mar Rojo, ¿cuál fue el trasfondo del primer milagro realizado?
La primera prueba de la fe de Israel estuvo asociada a la necesidad de agua, lo que no es de extrañar dado el difícil, caluroso y seco entorno del desierto. Después de tres días de viaje, el pueblo finalmente encontró agua, pero no era potable. Marah significa «amargo», y como el agua era amarga la fe de Israel en su bondadoso Señor se tambaleó rápidamente. Sin embargo, Dios reaccionó con compasión, y el primer milagro fue realizado con un trozo de madera. Por supuesto, no fue la madera sino el Señor quien hizo que el agua se tornara dulce y potable. El pueblo tuvo que aprender importantes lecciones: (1) Paciencia para esperar el momento oportuno del Señor, y (2) que Dios hace las cosas en cooperación con los seres humanos.
Sin embargo, los hijos de Israel dieron muchas cosas por sentadas y rápidamente olvidaron los grandes milagros que Dios había hecho por ellos, milagros por los que tan apasionadamente le habían cantado alabanzas, declarando: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?» (Éxo. 15: 11).
Sin embargo, incluso después de sus quejas, Dios prometió que no traería sobre los israelitas «ninguna de las enfermedades» (Éxo. 15: 26, NVI) que habían asolado a los egipcios. Él los protegería, pero solo podrían experimentar el cumplimiento de esta promesa si se mantenían fieles a él.
¿Qué pruebas y luchas has enfrentado como resultado de tus propias decisiones? ¿Qué consuelo puedes obtener al saber que Dios seguirá obrando en tu favor si cooperas con él?.
Lunes 11 de Agosto
Codornices y maná
Desgraciadamente, existe un patrón repetitivo de rebelión en estas historias de peregrinación. La gente olvidaba notoriamente que la poderosa mano de Dios les había ayudado en el pasado y que él había provisto soluciones para sus dificultades. Dejaron que sus problemas presentes los cegaran respecto de su meta final y del futuro maravilloso prometido por Dios. Ese es un problema común incluso entre el pueblo de Dios actualmente.
Lee Éxodo 16: 1 al 36. ¿Por qué se quejaron los israelitas y qué ocurrió luego?
Es importante notar que las tentaciones registradas en la Biblia suelen estar relacionadas con el alimento. En el Jardín del Edén, la Caída se debió a la acción de comer del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2: 16, 17; 3: 1-6). Cuando Jesús fue tentado en el desierto, Satanás intentó hacerlo caer valiéndose primero de la comida (Mat. 4: 3). Esaú perdió sus derechos como primogénito a causa de su apetito indisciplinado (Gén. 25: 29-34). ¡Cuántas veces la desobediencia de Israel estuvo relacionada con la comida y la bebida! No es de extrañar que Moisés recordara a las generaciones posteriores: «El hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor» (Deut. 8: 3).
El maná era un alimento celestial que Dios suministró a los israelitas durante los cuarenta años en el desierto. Les enseñó mediante ese don que él es el Creador y el Proveedor de todo. Además, Dios usó la provisión sobrenatural de maná para mostrarles cómo guardar el sábado, el séptimo día semanal.
Cada semana ocurrían cuatro milagros: (1) Dios proveía una ración diaria de maná durante cinco días. (2) Los viernes recibían una ración doble de maná, pues este no les sería provisto el sábado. (3) La ración extra del viernes reservada para el sábado no se echaba a perder. (4) No caía maná en sábado. Dios realizaba constantemente estos milagros para que el pueblo recordara el sábado y celebrara la bondad de Dios durante ese día. Dios dijo: «Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado el sábado» (Éxo. 16: 29, NVI).
A los humanos nos agrada comer y fuimos creados para disfrutar de ello. La abundancia de alimentos que crecen en la tierra (nuestra dieta original) revela que Dios quiere que comamos y que nos agrade lo que comemos. Sin embargo, ¿cómo es posible abusar del maravilloso don de la comida y del apetito?.
Martes 12 de Agosto 2025
Agua de la roca
En el desierto se necesita mucha agua. Dios se ocupó de este problema pese a que el pueblo se mostró contencioso, desconfiado e incluso puso a prueba su poder y disposición para darles agua. En su incredulidad, anhelaron regresar a Egipto.
Lee Éxodo 17: 1 al 7. ¿Qué lección debería haber aprendido el pueblo de este incidente?
Moisés llamó al lugar Masa, que significa «prueba», y Meriba, que significa «rencilla». El Señor dio agua a los israelitas a pesar de su incredulidad. Esas dos palabras deberían haberles recordado que no debían poner a prueba a Dios ni reñir con él (Heb. 3: 7, 8, 15). Cuestionaron seriamente la presencia de Dios a pesar de las numerosas demostraciones previas que habían tenido de su compañía, poder y autoridad.
«Moisés hirió la peña, pero fue el Hijo de Dios el que, escondido en la columna de nube, estaba junto a Moisés e hizo brotar las vivificadoras corrientes de agua. No solo Moisés y los ancianos, sino también toda la multitud que estaba de pie a lo lejos, presenciaron la gloria del Señor; pero si se hubiera apartado la columna de nube, habrían perecido a causa del terrible fulgor de aquel que estaba en ella» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 270).
El agua es un símbolo de vida, ya que sin ella no hay vida. Todas las células de nuestro cuerpo necesitan agua. Nosotros mismos estamos constituidos por un 60 % de agua. Incluso nuestros huesos están en parte compuestos por ella. Por lo tanto, el hecho de que Dios proporcionara agua a los israelitas en el desierto era evidencia de que Dios se preocupaba por sus necesidades y de que podían confiar en él. Pero, de nuevo, era necesario que fueran obedientes.
Muchos siglos después, Pablo recuerda a los creyentes que la experiencia de los israelitas en el desierto fue única. Cristo mismo no solo los guio, sino que también les proporcionó agua (Sal. 78: 15, 16) y satisfizo otras necesidades espirituales y físicas. En tal sentido, el apóstol afirmó: «La roca era Cristo» (1 Cor. 10: 4). Para ellos, Cristo era la Fuente de la vida y el Dador de la vida eterna. Así como una roca es firme, Dios guio a su pueblo con seguridad. Podemos confiar en él, porque no deja de cumplir sus promesas.
¿En qué aspectos necesitas ahora mismo confiar en Dios? ¿Cómo puedes aprender a someterte a su voluntad y esperar hasta que él actúe a su debido tiempo? ¿Por qué no siempre es fácil hacerlo?.
Miercoles 13 de Agosto
Jetro
Moisés recibió la visita de Jetro, su suegro, también llamado Reuel (Éxo. 2: 18), quien trajo consigo a Séfora, la mujer de Moisés, y a sus dos hijos, Gersón y Eliezer. Moisés salió a recibirlos cuando supo que venían.
Lee Éxodo 18: 1 al 27. ¿Qué pasos importantes en la historia de la nación tuvieron lugar aquí?
Jetro vino porque oyó hablar de la asombrosa liberación de Israel por parte de Dios. Moisés narró a Jetro en detalle «todas las cosas que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo el Señor los había librado» (Éxo. 18: 8).
Jetro alabó la bondad de Dios y sus extraordinarias intervenciones en favor de su pueblo: «¡Alabado sea el Señor que los libró de mano de los egipcios y de Faraón, y libró al pueblo de la opresión egipcia! Ahora reconozco que el Señor es grande más que todos los dioses, porque prevaleció contra los que se ensoberbecieron contra ellos» (Éxo. 18: 10, 11).
Lo que vemos aquí es un ejemplo de cómo la obra de Dios en favor de los hebreos debía ser un testimonio para el mundo acerca de quién es el Dios verdadero y de lo que puede hacer por su pueblo.
Mientras Jetro aprendía acerca del Dios verdadero, él mismo tenía consejos sabios y beneficiosos para ofrecer al pueblo de Dios. Moisés necesitaba organizar el sistema legal con principios justos y equitativos. También necesitaba jueces íntegros, dedicados y fieles. Jetro enumeró sabiamente las calificaciones que debían tener esas personas: (1) Hombres que respetaran profundamente a Dios; (2) que fueran dignos de confianza; y (3) que odiaran la ganancia deshonesta. Personas capaces y de buen carácter debían estar a cargo de diferentes grupos de miles, centenas, cincuentenas y decenas. De este modo, la carga administrativa de Moisés se reduciría y podría centrarse en los problemas importantes. Como resultado, el pueblo estaría bien atendido.
Moisés aceptó el sabio consejo de Jetro (Éxo. 18: 24) y nombró líderes para diferentes funciones administrativas (ver también Deut. 1: 9-18).
Moisés podría haber despreciado el consejo de su anciano suegro y haberle dicho que se ocupara de sus asuntos, pero no lo hizo. ¿Qué lecciones importantes podemos aprender de su disposición a escuchar a alguien que ni siquiera era hebreo?..
Jueves 14 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee 1 Corintios 10: 11. ¿Qué razón aduce Pablo para que estos acontecimientos quedaran registrados?
Pablo explica que todo lo sucedido a los israelitas quedó registrado a fin de que sirviera como ejemplo y advertencia para los seguidores de Cristo y los ayudara a evitar los mismos problemas; es decir, para que aprendieran de esas experiencias. Se trata, pues, de una instrucción pertinente para quienes vivimos en «el fin de los tiempos» (NVI). Dios da a su pueblo el Espíritu Santo para fortalecer a los creyentes con «poder, [...] amor y [...] dominio propio» (2 Tim. 1: 7) a fin de que puedan tomar decisiones correctas y seguir sus enseñanzas. Jesucristo es la Fuente de la nueva vida (Juan 14: 6), y solo él puede convertirnos «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es el culto espiritual de ustedes. [...] No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su entendimiento, para que puedan comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12: 1, 2).
Jesús también usó las enseñanzas contenidas en estos relatos, los del maná y el agua en particular, para enseñar verdades acerca de sí mismo, quien los guio por el desierto.
Lee Juan 4: 7 al 15 y 6: 31 al 51. ¿Qué verdades se nos revelan aquí a los cristianos?
La samaritana descubrió que Cristo le ofrecía algo que no obtendría en ningún otro lugar. La sed interior de paz, alegría y felicidad procede de Dios y, por lo tanto, solo él puede satisfacerla (Sal. 42: 1, 2).
Más tarde, en el contexto del maná, Jesús explicó que fue Dios, no Moisés, quien lo proveyó al pueblo. Luego Jesús declaró: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre» (Juan 6: 35). Jesús se identificó tres veces como el Pan de vida (Juan 6: 35, 41, 48).
Así como el maná en el desierto era «pan del cielo» (Juan 6: 31, 32), el agua de la roca era el regalo de Cristo para satisfacer la sed. Además de estos aspectos físicos, el pan y el agua tenían también un significado espiritual, pues Jesucristo es «el pan de vida» (Juan 6: 35, 48) y el «agua viva» (Juan 4: 10, 11, 14; 7: 37, 38). Solo él, pues, puede saciar verdaderamente nuestras sed y hambre espirituales.
Viernes 15 de Agoosto 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «Del Mar Rojo al Sinaí» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 263-274.
Poco después del incidente con el agua, la nación se enfrentó a un nuevo peligro (ver Éxo. 17: 8-16). Los amalecitas, una tribu feroz y belicosa, los atacaron. «Los amalecitas no desconocían el carácter de Dios ni su soberanía, pero en lugar de temerlo, se habían empeñado en desafiar su poder. Las maravillas hechas por Moisés ante los egipcios fueron tema de burla para los amalecitas, y se mofaron de los temores de los pueblos circunvecinos. Habían jurado por sus dioses que destruirían a los hebreos de tal manera que ninguno escaparía, y se jactaban de que el Dios de Israel sería impotente para resistirlos. Los israelitas no los habían perjudicado ni amenazado. En ninguna forma habían provocado el ataque. Para manifestar su odio y su desafío a Dios, los amalecitas trataron de destruir al pueblo escogido.
«Durante mucho tiempo habían sido pecadores arrogantes, y sus crímenes clamaban a Dios exigiendo venganza; sin embargo, su misericordia todavía los llamaba al arrepentimiento. Pero, cuando cayeron sobre las cansadas e indefensas filas de Israel, sellaron la suerte de su propia nación» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 271-272).
Preguntas para dialogar:
Reflexiona en el hecho de que Jetro aprendió acerca del Dios verdadero a partir de lo que Dios hizo por su pueblo. (Ver Éxo. 18: 8-10), ¿Por qué es válido hoy ese principio? Pregúntate a ti mismo y a tu clase qué tipo de testimonio presenta nuestra iglesia ante el mundo. ¿Qué mensaje damos al mundo acerca de la naturaleza y el carácter de nuestro Dios?
Lee nuevamente 1 Corintios 10: 4. ¿Qué debería enseñarnos esto acerca de la antigua herejía, sostenida aún por algunos, según la cual el Dios del Antiguo Testamento era vengativo, iracundo e implacable en contraste con Jesús? ¿Cómo muestra este versículo lo erróneo de esa creencia?
Vuelve a leer lo que Elena G. de White escribió acerca de cómo los amalecitas tuvieron la oportunidad de conocer al Dios verdadero. Compara su actitud con la de Jetro. ¿Qué lecciones podemos aprender de esto acerca de por qué Dios trajo juicio no solo sobre ellos, sino también sobre muchos grupos humanos de la antigüedad con los que Israel entró en contacto?.