Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 11: 1–10; Miqueas 6: 8; Éxodo 12: 1–30; 1 Corintios 5: 7; Éxodo 13: 14–16; Hebreos 11: 28.
Para memorizar:
«Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito?”, responderán: “Es la víctima de la Pascua en honor del Señor, que pasó por alto las casas de los israelitas en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas”» (Éxo. 12: 26, 27).
La décima y última plaga está a punto de caer. Se da el último aviso. Es necesario tomar la decisión final. Se trata de una cuestión de vida o muerte. No solo está en juego la vida de un individuo, sino la prosperidad de las familias y de toda la nación. El faraón y sus funcionarios serán responsables del destino de muchas personas, ya sea para vida o para muerte. Su actitud respecto del Dios vivo de Israel determinará no solo su futuro, sino también el de su nación.
¿Cómo nos sentimos y qué hacemos cuando la gravedad de las circunstancias se cierne sobre nosotros y tenemos que tomar una decisión que no solo afectará nuestra vida, sino también la de muchos otros?
Dios está más que dispuesto a concedernos sabiduría, entendimiento y poder para hacer lo correcto (1 Cor. 1: 30; Fil. 2: 13).
El problema, sin embargo, es que nuestro obstinado corazón no siempre está dispuesto a hacer lo correcto. Sabemos en qué consiste esto, pero nos negamos a hacerlo. En el relato acerca del Éxodo, la negativa de un hombre a someterse a Dios, incluso ante la abrumadora evidencia, resultó, como siempre ocurre, en una tragedia para él y para muchos otros.
DOMINGO 27 DE JULIO 2025
Una plaga más
El profeta Amós declara que «nada hace Dios [...] sin revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Amós 3: 7). En armonía con ello, el Señor reveló al faraón lo que se avecinaba por medio del profeta Moisés. El gobernante de Egipto recibió la más solemne advertencia del juicio justo de Dios contra el orgullo, la explotación, la violencia y la idolatría responsables de las calamidades que se abatirían sobre su tierra.
Lee Éxodo 11: 1 al 10. ¿Qué advertencia dio Dios antes de ejecutar su juicio sobre Egipto?
Dios dio tiempo a Egipto, tres días de oscuridad (Éxo. 10: 22-23), para pensar en los acontecimientos recientes y en lo que significaban. También les dio la última advertencia explícita, la última oportunidad de hacer lo correcto.
Pero Éxodo 11: 8 dice que Moisés «salió muy enojado de hablar con Faraón». ¿Por qué se marcharía Moisés enojado? Muy probablemente porque sabía que la tragedia, la décima plaga, afectaría a mucha gente inocente, todo a causa de la dureza de corazón del faraón.
Además, el número diez es significativo en el simbolismo bíblico, ya que representa la plenitud, o lo completo. (Piensa en los Diez Mandamientos como una revelación completa de la ley moral divina). Las diez plagas en Egipto señalan la plena expresión de la justicia y el castigo divinos.
Dios es el Juez, y está en contra del orgullo, la injusticia, la discriminación, la arrogancia, la explotación, la crueldad y el egoísmo. Está del lado de quienes sufren; de los abusados, maltratados y perseguidos. Dios ejecutará la justicia, que es en verdad otra expresión de su amor. (Ver Sal. 2: 12; 33: 5; 85: 11; 89: 14; 101: 1; Isa. 16: 5; Jer. 9: 24).
Nosotros también deberíamos intentar ser tan amorosos y justos como sea posible. Sin embargo, podemos caer fácilmente en los extremos, ya sea en hacer, «por amor», la vista gorda ante lo malo, ante lo que debe ser corregido, o en ejecutar fríamente la justicia. Ninguno de los dos extremos es correcto. En cambio, he aquí el ideal: «Hombre, el Señor te ha declarado qué es lo bueno y qué pide de ti: solo practica la justicia, ama la bondad y anda humildemente con tu Dios» (Miq. 6: 8).
Si no podemos conseguir el equilibrio perfecto (ciertamente, no podemos), ¿por qué es mejor inclinarnos más hacia la misericordia que hacia la justicia? ¿O debería ser al revés?
LUNES 28 DE JULIO 2025
Preparativos para la Pascua
Lee Éxodo 12: 1 al 20. ¿Qué instrucciones específicas dio Dios a Moisés y a Aarón antes de que Israel abandonara Egipto?
Uno esperaría que Dios instruyera a Moisés y a Aarón acerca de cómo organizar la salida de Egipto; es decir, cómo hacer provisión para ello especialmente en favor de los ancianos, las madres con niños pequeños, los animales, etcétera. En cambio, la instrucción de Dios es sorprendente: les dice cómo celebrar la Pascua. En otras palabras, la atención se centra en adorar al Señor, quien iba a redimirlos. Todo lo demás vendría a su debido tiempo.
Cada familia debía cocinar un cordero sin desperdiciar nada. Cada uno debía comer su porción, y si la familia no podía consumir todo el animal, debía compartir la cena con otra familia.
Lee Éxodo 12: 13 y 14. ¿Qué haría el Señor por ellos cuando llegara la última plaga? ¿Qué significado tenía este rito?
El Éxodo debía celebrarse regularmente cada año, no solo en conmemoración de lo que Dios había hecho por sus antepasados, sino también como la actualización de la acción liberadora de Dios para la generación presente. Sería una experiencia nueva para cada grupo.
Los versículos 12 y 13 explican el significado de la Pascua: el juicio divino de destrucción «pasará por encima» de los israelitas. Por eso debían conmemorar la «Pascua». La palabra hebrea traducida como «Pascua» es pésaj, que es una combinación de otras dos que significan «pasar» y «sobre» o «encima», ya que la destrucción «pasó por alto» los hogares israelitas cuyos dinteles habían sido marcados con la sangre del cordero, el signo de la vida y la salvación.
La celebración de la Pascua debía recordar a cada israelita los poderosos y bondadosos actos de Dios en favor de su pueblo. Esta celebración les ayudaba a salvaguardar su identidad nacional y a dar testimonio de sus convicciones religiosas.
¿Por qué es tan importante que recuerdes siempre la bondad de Dios para contigo en el pasado y confíes en que también será bondadoso contigo en el futuro?
MARTES 29 DE AGOSTO 2025
La Pascua
Lee Éxodo 12: 17 al 23. ¿Qué papel desempeña la sangre en la celebración de esta nueva festividad religiosa?
La sangre del cordero sacrificado era un elemento clave en esta celebración. Quienes participaban de esta, mojaban con ella los marcos de las puertas de sus casas. De este modo, demostraban su fe en que Dios los libraría de lo que tendrían que afrontar quienes no estuvieran protegidos por la sangre.
¡Qué poderosa representación de lo que significa el evangelio!
El cordero pascual tenía que ser sin defecto pues señalaba a Jesucristo, «¡el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!». La sangre del animal cumplía una función crucial: simbolizaba protección y era una señal de vida en un momento de muerte. «La sangre será la señal de las casas donde ustedes estén. Al ver la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre ustedes mortandad cuando yo hiera la tierra de Egipto» (Éxo. 12: 13).
Todo el evangelio estaba asociado con la celebración de la Pascua porque esta no solo apuntaba a la liberación de la esclavitud y la partida hacia la Tierra Prometida, sino también al sacrificio de Jesucristo por nuestros pecados y a sus méritos aplicados a todos los que están cubiertos por su sangre.
Siglos más tarde, Pablo escribió lo siguiente al recordar esta celebración: «Límpiense de la vieja levadura, para que sean nueva masa sin levadura como son. Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Cor. 5: 7).
La levadura se utilizaba para preparar masas de diversos tipos. Se la menciona por primera vez en la Biblia en relación con la preparación del pan ácimo (sin levadura) en la víspera de la salida de los israelitas de Egipto. También era necesario eliminar la levadura de sus casas (Éxo. 12: 8, 15-20; 13: 3-7). En este contexto concreto, la levadura era un símbolo de pecado (1 Cor. 5: 6-8). Por lo tanto, no debía ser utilizada en el contexto de la fiesta de la Pascua durante una semana.
El pan sin levadura es un símbolo del Mesías sin pecado, quien venció todas las tentaciones y dio su vida por nosotros (Juan 1: 29; 1 Cor. 5: 7; Heb. 4: 15). El «manojo de hisopo» que se empapaba en la sangre simbolizaba la gracia purificadora de Dios (Sal. 51: 7). En resumen, la obra redentora de Jesús era revelada a lo largo de la Pascua.
¿Qué nos dice acerca de la gravedad del pecado el hecho de que fuera necesaria la sangre de Jesús, Dios mismo, para expiarlo?
MIERCOLES 30 DE JULIO 2025
Pasar la antorcha
El salmista declara cómo pueden nuestros hijos conocer a Dios y su amoroso cuidado: «Una generación exaltará tus obras ante la otra y anunciará tus portentos» (Sal. 145: 4). Una familia debe hablar a otra familia acerca de Dios, de sus maravillosas obras y de sus enseñanzas, todo ello con el fin de transmitir el conocimiento bíblico a otra generación.
Lee Éxodo 12: 24 al 28. ¿Qué punto importante se planteó aquí?
Los padres eran los primeros maestros en Israel y debían contar la historia del Éxodo a sus hijos. No debían hacerlo como si se tratara de un mero acontecimiento histórico pasado, sino que debía presentárseles como su propia experiencia, aunque hubiera ocurrido mucho tiempo antes. Debían identificarse con sus antepasados al celebrar esta fiesta, y la historia debía ser revivida y actualizada. El padre decía: «Estuve en Egipto, vi la derrota de los dioses egipcios y las plagas sobre Egipto, y fui liberado». El libro de Éxodo subraya dos veces cómo debían los padres responder las preguntas de sus hijos acerca de la Pascua (ver Éxo. 13: 14-16; Deut. 26: 5-9).
Es digno de notar que los israelitas estaban aún en Egipto cuando se les dijo que celebraran su liberación. Toda la celebración fue, pues, un acto de fe. Tras recibir las instrucciones, «el pueblo se inclinó y adoró» (Éxo. 12: 27) a su Redentor, y luego siguieron las indicaciones acerca de la Pascua.
En el libro del Deuteronomio se recuerda a los israelitas que debían contar su historia de tal manera que pudieran internalizarla como si se hubiera tratado de su propio viaje. Nótese el tono colectivo de este relato, así como el énfasis en la experiencia presente: «Entonces dirás ante el Señor tu Dios: “Un arameo a punto de perecer fue mi padre. Descendió a Egipto con pocos hombres; habitó allí, y llegó a ser un pueblo grande y numeroso. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos sometieron a dura servidumbre; clamamos al Señor Dios de nuestros padres, y él oyó nuestra voz, vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión, y nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con grandes portentos, señales y milagros, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra que mana leche y miel”» (Deut. 26: 5-9).
Además, cada vez que refirieran la historia de la Pascua (o cualquier acontecimiento de la historia sagrada) a sus hijos, los padres mismos recordarían lo que Dios había hecho por ellos y por el pueblo. Rememorar la Pascua era, pues, una bendición tanto para quien lo hacía a viva voz como para los oyentes.
JUEVES 31 DE JULIO 2025
El juicio divino
Lee Éxodo 12: 29 y 30 acerca de cómo hirió Dios a los primogénitos en Egipto. ¿Por qué se centró Dios en los primogénitos? (Ver también Heb. 11: 28).
La última plaga en Egipto cayó sobre los primogénitos. Fue un juicio divino sobre todos los dioses de Egipto y sobre todas las familias que adoraban a estos dioses falsos, ídolos sin valor que reflejaban las propias pasiones, deseos y temores de la gente.
Como habían demostrado las plagas anteriores, estos ídolos eran incapaces de salvar al pueblo. Su inutilidad era aún más evidente ahora, durante la décima plaga, la que produjo las mayores consecuencias para los egipcios.
«A través del vasto reino de Egipto, el orgullo de toda casa había sido humillado. Los gritos y gemidos de los dolientes llenaban los aires. El rey y los cortesanos, con rostros pálidos y piernas temblorosas, estaban aterrados por el horror prevaleciente» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 252).
El faraón representaba el poder supremo y el dios de Egipto, y su hijo primogénito era considerado hijo de un dios. Isis era una diosa protectora de los niños; Heket era una diosa que asistía a las mujeres durante el parto; y Min era un dios de la reproducción. Además de estos, había varios dioses egipcios de la fertilidad. Todas estas deidades eran impotentes ante el poder del Dios viviente. Moisés dice: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?» (Éxo. 15: 11). Jetro dio luego el siguiente testimonio: «Ahora reconozco que el Señor es grande más que todos los dioses, porque prevaleció contra los que se ensoberbecieron contra ellos» (Éxo. 18: 11).
Según Éxodo 1, los egipcios habían matado a los hijos recién nacidos de Israel por orden del faraón para debilitar a los israelitas, someterlos y humillarlos. Ahora, el castigo de Dios golpea a los primogénitos de Egipto. Lo que se siembra, se cosecha.
Nuestras decisiones y acciones traen consecuencias. Y la dolorosa realidad, que todos hemos experimentado, es que no somos los únicos que sufrimos por los efectos de nuestros errores. Otros, a veces muchos otros, incluso personas inocentes, también sufren. Tal es la naturaleza del pecado.
¿Cómo has sufrido a causa de los pecados ajenos? ¿De qué maneras otros han sufrido a causa de tus faltas? ¿Cuál es nuestra única esperanza?
VIERNES 01 DE AGOSTO 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «La Pascua» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 247-252.
«La Pascua sería una fiesta tanto conmemorativa como simbólica. No solo recordaría la liberación de Israel, sino que también señalaría la más grande liberación que Cristo habría de realizar para libertar a su pueblo de la servidumbre del pecado. El cordero del sacrificio representa al “Cordero de Dios”, en quien reside nuestra única esperanza de salvación. Dice el apóstol: “Nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Cor. 5: 7). No bastaba con la muerte del cordero pascual; había que rociar con su sangre los postes de las puertas, como los méritos de la de Cristo deben aplicarse al alma. Debemos creer, no solo que él murió por el mundo, sino que murió por cada uno individualmente. Debemos apropiarnos de los beneficios del sacrificio expiatorio» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 249).
Las familias judías observantes de todo el mundo celebran hasta hoy la Pascua judía, o Pésaj. Durante la primera noche de la celebración realizan una ceremonia llamada «Séder de Pascua» (séder significa «orden») durante la cual rememoran el Éxodo y disfrutan luego de una comida especial en familia. Es asombroso que esto haya sido celebrado desde la época del Éxodo. Solo el reposo sabático durante el séptimo día de la semana, que los judíos observantes también respetan, se remonta incluso más atrás en el tiempo, hasta el Edén.
Preguntas para dialogar:
¿Cómo es posible entender la «justicia» del Señor al dar muerte a los primogénitos, muchos de los cuales eran seguramente «inocentes»? ¿Cómo armoniza esto con la poderosa realidad del amor de Dios? Pensemos también en el Diluvio. ¿Cómo entenderlo?
¿Qué significan las expresiones metafóricas según las cuales los creyentes están «cubiertos» por la sangre de Jesús y su sangre los «limpia» de todas sus iniquidades?
Medita en lo siguiente: «Los seguidores de Cristo deben participar de su experiencia. Deben recibir y asimilar la Palabra de Dios para que se convierta en el poder que motive su vida y acción. Mediante el poder de Cristo, deben ser transformados a su imagen y reflejar los atributos divinos... El espíritu y la obra de Cristo deben convertirse en el espíritu y la obra de sus discípulos» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 250). ¿Cómo podemos permitir que Cristo haga en nosotros lo que aquí se describe?
Explora un recorrido temático por los eventos clave de la historia de Israel, desde las plagas de Egipto hasta la construcción del Tabernáculo, con el objetivo de extraer lecciones prácticas y espirituales aplicables a la vida del creyente de hoy. Este estudio bíblico en PDF y en línea busca mostrar cómo la historia de Israel sirve como advertencia e instrucción, permitiendo comprender y aplicar sus principios espirituales en nuestra vida cotidiana. Incluye una introducción y trece lecciones detalladas: desde la opresión y el nacimiento de Moisés, pasando por la zarza ardiente, las plagas, la Pascua, la apertura del Mar Rojo, hasta el Pan y el Agua de Vida, el pacto en el Sinaí, cómo vivir la Ley, la apostasía e intercesión, la petición de ver la gloria de Dios, y finalmente, la construcción del Tabernáculo. Cada lección está disponible en PDF y en línea, facilitando el estudio personal, grupal o en clases bíblicas. Aprovecha estos recursos gratuitos para profundizar en la historia bíblica, fortalecer tu fe y entender cómo los principios de Israel pueden guiar y transformar tu vida espiritual hoy.
Sábado 9 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 15: 22–16: 36; Génesis 3: 1–6; Éxodo 17: 1–7; 1 Corintios 10: 4; Éxodo 18: 1–27; 1 Corintios 10: 11.
Para memorizar
«Y el Señor dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo se negarán a guardar mis mandamientos y mis leyes? Miren que el Señor les dio el sábado. Por eso en el sexto día les da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su estancia, y nadie salga de su lugar en el séptimo día”. Así, el pueblo reposó el séptimo día» (Éxo. 16: 28–30).
Tras salir de Egipto, Israel emprendió un viaje desconocido hacia la Tierra Prometida. El pueblo se enfrentaba a un exigente y largo camino, y necesitaba aprender una multitud de lecciones. El Señor los guiaría y cuidaría, y deseaba ayudarlos a crecer, pero debían aprender disciplina, dominio propio, abnegación, generosidad, confianza en el Señor y, especialmente, obediencia.
Moisés era un líder visible, y el pueblo tenía que seguirlo y aceptar su liderazgo si querían triunfar. Era crucial que permanecieran unidos, que cooperaran como comunidad y que se ayudaran mutuamente. Había muchos obstáculos y desafíos por delante. Gran parte de su crecimiento espiritual dependería de cómo enfrentaran esos desafíos y respondieran a Moisés, especialmente cuando los retos fueran grandes.
El conocido adagio chino de que «un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso» era acertado en la situación de ellos, y necesitaban confiar en las indicaciones del Señor a cada paso. Trágicamente, como veremos, no aprendieron esas lecciones tan fácilmente. Pero ¿quién lo hace?.
Domingo 10 de agosto 2025
Aguas amargas
En los incidentes registrados en la Biblia, distintos personajes desempeñan papeles diferentes, buenos o malos, y debemos prestar mucha atención a las tramas, los lugares, los tiempos y los villanos. Sin embargo, lo más importante de un relato suele ser el desenlace y las lecciones aprendidas. Lo mismo puede decirse de los relatos bíblicos acerca de la historia del pueblo de Dios tras el cruce del Mar Rojo.
Como muestran los episodios, Dios es el Solucionador de problemas y el Pacificador. Sin embargo, su labor es dificultada por la incredulidad de las personas. Debido a su constante murmuración y desobediencia, los hebreos experimentaron serias complicaciones e incluso tragedias. Trajeron sobre sí mismos muchas dificultades debido a su incredulidad e impenitencia.
Lee Éxodo 15: 22 al 27. Tras el cruce del Mar Rojo, ¿cuál fue el trasfondo del primer milagro realizado?
La primera prueba de la fe de Israel estuvo asociada a la necesidad de agua, lo que no es de extrañar dado el difícil, caluroso y seco entorno del desierto. Después de tres días de viaje, el pueblo finalmente encontró agua, pero no era potable. Marah significa «amargo», y como el agua era amarga la fe de Israel en su bondadoso Señor se tambaleó rápidamente. Sin embargo, Dios reaccionó con compasión, y el primer milagro fue realizado con un trozo de madera. Por supuesto, no fue la madera sino el Señor quien hizo que el agua se tornara dulce y potable. El pueblo tuvo que aprender importantes lecciones: (1) Paciencia para esperar el momento oportuno del Señor, y (2) que Dios hace las cosas en cooperación con los seres humanos.
Sin embargo, los hijos de Israel dieron muchas cosas por sentadas y rápidamente olvidaron los grandes milagros que Dios había hecho por ellos, milagros por los que tan apasionadamente le habían cantado alabanzas, declarando: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?» (Éxo. 15: 11).
Sin embargo, incluso después de sus quejas, Dios prometió que no traería sobre los israelitas «ninguna de las enfermedades» (Éxo. 15: 26, NVI) que habían asolado a los egipcios. Él los protegería, pero solo podrían experimentar el cumplimiento de esta promesa si se mantenían fieles a él.
¿Qué pruebas y luchas has enfrentado como resultado de tus propias decisiones? ¿Qué consuelo puedes obtener al saber que Dios seguirá obrando en tu favor si cooperas con él?.
Lunes 11 de Agosto
Codornices y maná
Desgraciadamente, existe un patrón repetitivo de rebelión en estas historias de peregrinación. La gente olvidaba notoriamente que la poderosa mano de Dios les había ayudado en el pasado y que él había provisto soluciones para sus dificultades. Dejaron que sus problemas presentes los cegaran respecto de su meta final y del futuro maravilloso prometido por Dios. Ese es un problema común incluso entre el pueblo de Dios actualmente.
Lee Éxodo 16: 1 al 36. ¿Por qué se quejaron los israelitas y qué ocurrió luego?
Es importante notar que las tentaciones registradas en la Biblia suelen estar relacionadas con el alimento. En el Jardín del Edén, la Caída se debió a la acción de comer del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2: 16, 17; 3: 1-6). Cuando Jesús fue tentado en el desierto, Satanás intentó hacerlo caer valiéndose primero de la comida (Mat. 4: 3). Esaú perdió sus derechos como primogénito a causa de su apetito indisciplinado (Gén. 25: 29-34). ¡Cuántas veces la desobediencia de Israel estuvo relacionada con la comida y la bebida! No es de extrañar que Moisés recordara a las generaciones posteriores: «El hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor» (Deut. 8: 3).
El maná era un alimento celestial que Dios suministró a los israelitas durante los cuarenta años en el desierto. Les enseñó mediante ese don que él es el Creador y el Proveedor de todo. Además, Dios usó la provisión sobrenatural de maná para mostrarles cómo guardar el sábado, el séptimo día semanal.
Cada semana ocurrían cuatro milagros: (1) Dios proveía una ración diaria de maná durante cinco días. (2) Los viernes recibían una ración doble de maná, pues este no les sería provisto el sábado. (3) La ración extra del viernes reservada para el sábado no se echaba a perder. (4) No caía maná en sábado. Dios realizaba constantemente estos milagros para que el pueblo recordara el sábado y celebrara la bondad de Dios durante ese día. Dios dijo: «Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado el sábado» (Éxo. 16: 29, NVI).
A los humanos nos agrada comer y fuimos creados para disfrutar de ello. La abundancia de alimentos que crecen en la tierra (nuestra dieta original) revela que Dios quiere que comamos y que nos agrade lo que comemos. Sin embargo, ¿cómo es posible abusar del maravilloso don de la comida y del apetito?.
Martes 12 de Agosto 2025
Agua de la roca
En el desierto se necesita mucha agua. Dios se ocupó de este problema pese a que el pueblo se mostró contencioso, desconfiado e incluso puso a prueba su poder y disposición para darles agua. En su incredulidad, anhelaron regresar a Egipto.
Lee Éxodo 17: 1 al 7. ¿Qué lección debería haber aprendido el pueblo de este incidente?
Moisés llamó al lugar Masa, que significa «prueba», y Meriba, que significa «rencilla». El Señor dio agua a los israelitas a pesar de su incredulidad. Esas dos palabras deberían haberles recordado que no debían poner a prueba a Dios ni reñir con él (Heb. 3: 7, 8, 15). Cuestionaron seriamente la presencia de Dios a pesar de las numerosas demostraciones previas que habían tenido de su compañía, poder y autoridad.
«Moisés hirió la peña, pero fue el Hijo de Dios el que, escondido en la columna de nube, estaba junto a Moisés e hizo brotar las vivificadoras corrientes de agua. No solo Moisés y los ancianos, sino también toda la multitud que estaba de pie a lo lejos, presenciaron la gloria del Señor; pero si se hubiera apartado la columna de nube, habrían perecido a causa del terrible fulgor de aquel que estaba en ella» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 270).
El agua es un símbolo de vida, ya que sin ella no hay vida. Todas las células de nuestro cuerpo necesitan agua. Nosotros mismos estamos constituidos por un 60 % de agua. Incluso nuestros huesos están en parte compuestos por ella. Por lo tanto, el hecho de que Dios proporcionara agua a los israelitas en el desierto era evidencia de que Dios se preocupaba por sus necesidades y de que podían confiar en él. Pero, de nuevo, era necesario que fueran obedientes.
Muchos siglos después, Pablo recuerda a los creyentes que la experiencia de los israelitas en el desierto fue única. Cristo mismo no solo los guio, sino que también les proporcionó agua (Sal. 78: 15, 16) y satisfizo otras necesidades espirituales y físicas. En tal sentido, el apóstol afirmó: «La roca era Cristo» (1 Cor. 10: 4). Para ellos, Cristo era la Fuente de la vida y el Dador de la vida eterna. Así como una roca es firme, Dios guio a su pueblo con seguridad. Podemos confiar en él, porque no deja de cumplir sus promesas.
¿En qué aspectos necesitas ahora mismo confiar en Dios? ¿Cómo puedes aprender a someterte a su voluntad y esperar hasta que él actúe a su debido tiempo? ¿Por qué no siempre es fácil hacerlo?.
Miercoles 13 de Agosto
Jetro
Moisés recibió la visita de Jetro, su suegro, también llamado Reuel (Éxo. 2: 18), quien trajo consigo a Séfora, la mujer de Moisés, y a sus dos hijos, Gersón y Eliezer. Moisés salió a recibirlos cuando supo que venían.
Lee Éxodo 18: 1 al 27. ¿Qué pasos importantes en la historia de la nación tuvieron lugar aquí?
Jetro vino porque oyó hablar de la asombrosa liberación de Israel por parte de Dios. Moisés narró a Jetro en detalle «todas las cosas que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo el Señor los había librado» (Éxo. 18: 8).
Jetro alabó la bondad de Dios y sus extraordinarias intervenciones en favor de su pueblo: «¡Alabado sea el Señor que los libró de mano de los egipcios y de Faraón, y libró al pueblo de la opresión egipcia! Ahora reconozco que el Señor es grande más que todos los dioses, porque prevaleció contra los que se ensoberbecieron contra ellos» (Éxo. 18: 10, 11).
Lo que vemos aquí es un ejemplo de cómo la obra de Dios en favor de los hebreos debía ser un testimonio para el mundo acerca de quién es el Dios verdadero y de lo que puede hacer por su pueblo.
Mientras Jetro aprendía acerca del Dios verdadero, él mismo tenía consejos sabios y beneficiosos para ofrecer al pueblo de Dios. Moisés necesitaba organizar el sistema legal con principios justos y equitativos. También necesitaba jueces íntegros, dedicados y fieles. Jetro enumeró sabiamente las calificaciones que debían tener esas personas: (1) Hombres que respetaran profundamente a Dios; (2) que fueran dignos de confianza; y (3) que odiaran la ganancia deshonesta. Personas capaces y de buen carácter debían estar a cargo de diferentes grupos de miles, centenas, cincuentenas y decenas. De este modo, la carga administrativa de Moisés se reduciría y podría centrarse en los problemas importantes. Como resultado, el pueblo estaría bien atendido.
Moisés aceptó el sabio consejo de Jetro (Éxo. 18: 24) y nombró líderes para diferentes funciones administrativas (ver también Deut. 1: 9-18).
Moisés podría haber despreciado el consejo de su anciano suegro y haberle dicho que se ocupara de sus asuntos, pero no lo hizo. ¿Qué lecciones importantes podemos aprender de su disposición a escuchar a alguien que ni siquiera era hebreo?..
Jueves 14 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee 1 Corintios 10: 11. ¿Qué razón aduce Pablo para que estos acontecimientos quedaran registrados?
Pablo explica que todo lo sucedido a los israelitas quedó registrado a fin de que sirviera como ejemplo y advertencia para los seguidores de Cristo y los ayudara a evitar los mismos problemas; es decir, para que aprendieran de esas experiencias. Se trata, pues, de una instrucción pertinente para quienes vivimos en «el fin de los tiempos» (NVI). Dios da a su pueblo el Espíritu Santo para fortalecer a los creyentes con «poder, [...] amor y [...] dominio propio» (2 Tim. 1: 7) a fin de que puedan tomar decisiones correctas y seguir sus enseñanzas. Jesucristo es la Fuente de la nueva vida (Juan 14: 6), y solo él puede convertirnos «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es el culto espiritual de ustedes. [...] No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su entendimiento, para que puedan comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12: 1, 2).
Jesús también usó las enseñanzas contenidas en estos relatos, los del maná y el agua en particular, para enseñar verdades acerca de sí mismo, quien los guio por el desierto.
Lee Juan 4: 7 al 15 y 6: 31 al 51. ¿Qué verdades se nos revelan aquí a los cristianos?
La samaritana descubrió que Cristo le ofrecía algo que no obtendría en ningún otro lugar. La sed interior de paz, alegría y felicidad procede de Dios y, por lo tanto, solo él puede satisfacerla (Sal. 42: 1, 2).
Más tarde, en el contexto del maná, Jesús explicó que fue Dios, no Moisés, quien lo proveyó al pueblo. Luego Jesús declaró: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre» (Juan 6: 35). Jesús se identificó tres veces como el Pan de vida (Juan 6: 35, 41, 48).
Así como el maná en el desierto era «pan del cielo» (Juan 6: 31, 32), el agua de la roca era el regalo de Cristo para satisfacer la sed. Además de estos aspectos físicos, el pan y el agua tenían también un significado espiritual, pues Jesucristo es «el pan de vida» (Juan 6: 35, 48) y el «agua viva» (Juan 4: 10, 11, 14; 7: 37, 38). Solo él, pues, puede saciar verdaderamente nuestras sed y hambre espirituales.
Viernes 15 de Agoosto 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «Del Mar Rojo al Sinaí» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 263-274.
Poco después del incidente con el agua, la nación se enfrentó a un nuevo peligro (ver Éxo. 17: 8-16). Los amalecitas, una tribu feroz y belicosa, los atacaron. «Los amalecitas no desconocían el carácter de Dios ni su soberanía, pero en lugar de temerlo, se habían empeñado en desafiar su poder. Las maravillas hechas por Moisés ante los egipcios fueron tema de burla para los amalecitas, y se mofaron de los temores de los pueblos circunvecinos. Habían jurado por sus dioses que destruirían a los hebreos de tal manera que ninguno escaparía, y se jactaban de que el Dios de Israel sería impotente para resistirlos. Los israelitas no los habían perjudicado ni amenazado. En ninguna forma habían provocado el ataque. Para manifestar su odio y su desafío a Dios, los amalecitas trataron de destruir al pueblo escogido.
«Durante mucho tiempo habían sido pecadores arrogantes, y sus crímenes clamaban a Dios exigiendo venganza; sin embargo, su misericordia todavía los llamaba al arrepentimiento. Pero, cuando cayeron sobre las cansadas e indefensas filas de Israel, sellaron la suerte de su propia nación» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 271-272).
Preguntas para dialogar:
Reflexiona en el hecho de que Jetro aprendió acerca del Dios verdadero a partir de lo que Dios hizo por su pueblo. (Ver Éxo. 18: 8-10), ¿Por qué es válido hoy ese principio? Pregúntate a ti mismo y a tu clase qué tipo de testimonio presenta nuestra iglesia ante el mundo. ¿Qué mensaje damos al mundo acerca de la naturaleza y el carácter de nuestro Dios?
Lee nuevamente 1 Corintios 10: 4. ¿Qué debería enseñarnos esto acerca de la antigua herejía, sostenida aún por algunos, según la cual el Dios del Antiguo Testamento era vengativo, iracundo e implacable en contraste con Jesús? ¿Cómo muestra este versículo lo erróneo de esa creencia?
Vuelve a leer lo que Elena G. de White escribió acerca de cómo los amalecitas tuvieron la oportunidad de conocer al Dios verdadero. Compara su actitud con la de Jetro. ¿Qué lecciones podemos aprender de esto acerca de por qué Dios trajo juicio no solo sobre ellos, sino también sobre muchos grupos humanos de la antigüedad con los que Israel entró en contacto?.