Sábado, Mayo 03
Entendiendo el sacrificio
Lee para el estudio de esta semana
Isaías 1: 2-15; Hebreos 10: 3-10; Éxodo 12: 1-11; 1 Corintios 5: 7; Hageo 2: 7-9; Isaías 6: 1-5; Apocalipsis 4: 7-11.
**Para memorizar**
«Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”» (Apoc. 5: 9, RVR 1960).
Cuando Jesús vino a él, Juan el Bautista declaró: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1: 29). Esa era una referencia inequívoca a los sacrificios que simbolizaban la muerte sustitutoria de Cristo en favor de la humanidad.
El tema del sacrificio animal recorre toda la Biblia como un hilo escarlata y desempeña un papel central en la gran escena del trono de Dios de Apocalipsis 4 y 5. El hecho de que Jesús sea simbolizado como un cordero inmolado en esta escena crucial (Apoc. 5: 6) es una clave importante para comprender todo el episodio profético.
Esta semana veremos algunos temas relacionados con el sacrificio y que forman parte de nuestra comprensión de Jesús, el Cordero inmolado, el claro protagonista de la escena de la sala del Trono. Él es reconocido como el único digno, lo que destaca la obra del Señor, prefigurada por el sistema sacrificial del Santuario terrenal, como un Dios de amor infinito que estuvo dispuesto al sacrificio supremo, un acto del que nosotros y las demás inteligencias del universo nos maravillaremos por la eternidad.
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**Domingo, Mayo 04**
**¿Sacrificios inútiles?**
Contrastar dos ideas puede resultar muy instructivo. Por ejemplo, se puede aprender mucho acerca de la perspectiva bíblica del sacrificio al observar los momentos en los que Dios rechazó los sacrificios de su pueblo.
Compara Isaías 1: 2 al 15 con Isaías 56: 6 y 7, y Salmo 51: 17. ¿Qué lecciones importantes enseñan estos textos acerca del sacrificio?
**Isaías 1: 2-15**
En este pasaje, Dios denuncia la hipocresía de Israel, que realiza sacrificios en el templo, pero su corazón está lejos de Él. El Señor rechaza estos sacrificios porque son rituales vacíos, realizados sin verdadera devoción ni justicia. Él dice que sus ofrendas no son aceptables porque la conducta del pueblo contradice sus palabras, y en lugar de arrepentimiento, promueve la injusticia y la opresión (versículo 11-15). La lección aquí es que los rituales externos no sustituyen una relación sincera y transformadora con Dios.
**Isaías 56: 6-7**
Este pasaje revela que Dios acepta y busca a quienes se acercan a Él con sinceridad, incluso aquellos que no son de Israel, si cumplen con la verdadera justicia y sinceridad de corazón. La idea es que los sacrificios deben ir acompañados de una actitud humilde y de justicia, no solo de rituales externos. Aquí, Dios expresa que su casa será llamada una casa de oración para todos los pueblos, resaltando que la verdadera adoración trasciende las formas externas y requiere un corazón entregado.
**Salmo 51: 17**
El salmista expresa que los sacrificios externos no le agradan a Dios, sino un corazón contrito y humillado. La mejor ofrenda a Dios es un espíritu quebrantado y arrepentido. Esto reafirma que la verdadera adoración es interna, nacida de un corazón arrepentido y dispuesto a cambiar.
**Lecciones importantes:**
Estas citas enseñan que los sacrificios en sí mismos no son suficientes si no reflejan una verdadera actitud de arrepentimiento, justicia y entrega a Dios. La adoración que agrada a Dios es aquella que nace de un corazón humillado y sincero, que se traduce en acciones justas y en una relación genuina con Él.
Este trágico episodio de la historia de Israel no fue la primera ocasión en que Dios rechazó un sacrificio. Algo similar ocurrió cerca del comienzo de la historia de la salvación, cuando el sacrificio de Abel fue aprobado y aceptado por Dios a diferencia del de Caín. Ese incidente nos brinda la oportunidad de contrastar los sacrificios que son aceptables con los que no lo son (ver Gén. 4: 3-7; Heb. 11: 4).
**Génesis 4: 3-7**
Caín ofreció frutos de su trabajo, pero sin la actitud correcta. Dios no aceptó su sacrificio porque no era acompañado de un corazón arrepentido ni de fe. Abel, en cambio, ofreció un animal, un sacrificio conforme a lo que Dios había pedido, con fe y sinceridad, y fue aceptado.
**Hebreos 11: 4**
Aquí se reconoce que por la fe, Abel ofreció un sacrificio más aceptable, lo que indica que no solo el acto externo importa, sino la motivación y la confianza en Dios. Abel entendía los principios de la redención y en su ofrenda reflejaba su fe en la futura obra de Cristo.
En tiempos de Isaías, Israel cumplía con las prácticas religiosas de manera superficial, marcando casillas como si fueran tareas mínimas para apaciguar a Dios, mientras vivían a su antojo. Sus sacrificios estaban centrados en sí mismos, igual que los de Caín, y no reflejaban una actitud de entrega y sumisión a Dios.
Ese es el mismo espíritu de autosuficiencia que anima a los reinos de este mundo. Caín vivía a su antojo mientras ofrecía a Dios rituales vacíos realizados bajo sus propios términos. Es razonable pensar que veía a Dios como un obstáculo para seguir su propio camino, aunque lo temía lo suficiente como para cumplir con lo mínimo requerido.
Por el contrario, Abel ofreció un cordero, el sacrificio que Dios había pedido, el que representaba la promesa que Dios había hecho de un Mesías venidero (Gén. 3: 15) y señalaba hacia el acto salvador de Cristo en el Calvario.
**Génesis 3: 15**
Este versículo anuncia la futura victoria del Mesías, que sería herido en la cabeza por Satanás, pero que vencería mediante su sacrificio. Abel, en su ofrenda, simbolizaba esa promesa de redención futura.
«Abel comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador, y que el pecado y su pena de muerte se interponían entre su alma y la comunión con Dios. Trajo la víctima inmolada, la vida sacrificada, y así reconoció las demandas de la ley que había sido quebrantada. En la sangre derramada contempló el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz del Calvario; y al confiar en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de que era justo, y de que su ofrenda había sido aceptada» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 52, 53).
¡Qué importante es protegernos de simplemente cumplir con los rituales religiosos sin un verdadero compromiso con Dios! ¿Cómo podemos experimentar lo que significa depender totalmente de la muerte de Jesús como nuestra única esperanza de salvación?
**Lunes, Mayo 05**
**Sangre de toros y de machos cabríos**
Algunos han criticado la idea del sacrificio como algo cruel e injusto. Sin embargo, ese es precisamente el punto. La muerte de Cristo fue cruel e injusta. El inocente murió en lugar de los culpables. Eso era lo necesario para resolver el problema del pecado. Y esa muerte, la de Cristo, era lo que señalaban todos los sacrificios crueles e injustos de animales inocentes.
**Lee Hebreos 10: 3 al 10. ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de los sacrificios que el pueblo de Dios ofrecía en la época del Antiguo Testamento? Si esos sacrificios no podían realmente salvar a los pecadores, ¿cuál era entonces su propósito?**
**Hebreos 10: 3-10**
Este pasaje explica que los sacrificios animales solo tenían un efecto temporal, recordando los pecados de quienes los ofrecían, pero no podían quitar verdaderamente el pecado ni transformar el corazón del pecador. El autor señala que estos sacrificios se repetían constantemente porque no podían hacer perfecta a la conciencia de los que los ofrecían; en realidad, solo servían como una sombra o símbolo de la obra redentora futura.
El propósito principal de estos sacrificios era señalar hacia la obra suprema de Cristo, el verdadero sacrificio que quita el pecado de manera definitiva. La repetición constante de los sacrificios en el sistema mosaico subrayaba la insuficiencia de los animales para eliminar el pecado, pero a la vez, preparaba a los creyentes para aceptar la obra perfecta de Jesús, quien, con su sacrificio, ofrecido una sola vez, cumplió los requisitos de la ley y perfeccionó para siempre a los que se acercan a Dios por medio de Él.
**Los corderos y otros animales sacrificados eran meros símbolos que apuntaban hacia el sacrificio expiatorio del Cordero de Dios. Eran actos de fe que daban a los pecadores la oportunidad concreta de expresar su confianza en la obra del Mesías venidero.**
A menudo nos referimos a esta clase de representaciones sacrificiales como «tipos», o modelos ilustrativos, que encontraron su cumplimiento cuando fueron reemplazados por su correspondiente «antitipo»; es decir, por la realidad que ellos anunciaban o representaban anticipadamente. Algunos incluso han descrito esos sacrificios como «miniprofecías» acerca de la muerte de Jesús en la Cruz.
**Los rituales asociados al sacrificio** se parecían a la compra de un pasaje para realizar un viaje. Cuando se compra un pasaje de tren, de autobús o de avión, no se recibe inmediatamente el viaje por el que se ha pagado. En su lugar, uno recibe un billete o tarjeta de embarque, un símbolo o promesa del viaje que hará. Uno puede sentarse sobre ese trozo de papel, pero eso no lo llevará a ningún lugar. No obstante, cuando la persona está ya dentro del medio de transporte y comienza el viaje, ha recibido aquello por lo que pagó. El pasaje, el trozo de papel, deja entonces de ser necesario.
**Lo mismo ocurría con los animales sacrificados**. Desempeñaban un papel importante, pero una vez realizado el verdadero sacrificio, el de Cristo en la Cruz, dejaron de tener sentido, algo que resultó evidente cuando el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo del Santuario terrenal se rasgó al morir Jesús.
«Entonces el velo del templo se rasgó en dos, desde arriba hacia abajo» (Marcos 15: 38).
Este evento simboliza que, mediante la muerte de Jesús, el acceso directo a la presencia de Dios fue abierto para todos, eliminando la necesidad de los rituales y sacrificios temporales del sistema mosaico. El sistema de sacrificios, el Templo y todo lo demás señalaban a la muerte de Jesús en la Cruz. Una vez que Jesús cumplió su misión en la Cruz y resucitó victorioso, los tipos o representaciones se volvieron innecesarios, pues la realidad había llegado en la persona de Cristo.
**Piensa en cuán grave es el pecado**, al punto de que solo la muerte de Jesús, el Verbo encarnado (ver Juan 1: 1-3, 14), podía expiarlo.
**¿Qué nos dice esto acerca de cuál debe ser nuestra actitud hacia el pecado?**
La magnitud del sacrificio revela que el pecado es una ofensa grave contra la santidad de Dios, y solo un sacrificio perfecto y completo, como el de Jesús, puede remediar esa ofensa. Por ello, debemos tener una actitud de arrepentimiento genuino, humildad y reconocimiento de nuestra necesidad de la gracia de Dios para ser perdonados y transformados.
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**Martes, Mayo 06**
**El cordero de la pascua**
El libro de Apocalipsis se refiere a Jesús como «el Cordero» casi treinta veces.
El pueblo de Dios ha utilizado corderos como símbolos del Mesías venidero desde el inicio mismo del Plan de Redención. Abel ofreció «de los primerizos de sus ovejas» (Génesis 4: 4), y antes de que Israel partiera de Egipto hacia la Tierra Prometida, se le ordenó que redimiera a cada persona o animal primogénito sacrificando en su lugar un cordero de un año (Éxodo 12: 5).
**Lee Éxodo 12: 1-11; Isaías 53: 7 y 8; 1 Corintios 5: 7; y Apocalipsis 5: 6. ¿Qué nos enseñan estos textos acerca de Jesús como sacrificio pascual? ¿Qué significa eso para cada uno de nosotros?**
**Éxodo 12: 1-11**
Este pasaje describe la institución de la Pascua, en la que los israelitas debían sacrificar un cordero sin defecto y marcar sus puertas con su sangre. La sangre del cordero protegía a los hogares del juicio de la muerte, que azotaba a Egipto, y señalaba a la futura redención en Cristo, cuyo sacrificio sería la verdadera protección contra la muerte eterna.
**Isaías 53: 7 y 8**
Este capítulo profetiza el sufrimiento del Mesías, comparándolo con un cordero llevado al matadero, que no abre su boca. La descripción muestra que Jesús, como el Cordero de Dios, aceptó su sacrificio con humildad y sin resistencia, sometiéndose para cumplir la voluntad de Dios y redimir a la humanidad.
**1 Corintios 5: 7**
Pablo llama a Jesús «el Cordero pascual», señalando que su sacrificio es el cumplimiento perfecto de la Pascua. La limpieza y pureza del cristiano deben reflejar esa realidad, ya que Cristo, nuestro Cordero, nos purifica del pecado.
**Apocalipsis 5: 6**
Aquí, Jesús es representado como un Cordero que fue inmolado, pero que también está en medio del trono, símbolo de autoridad y victoria. Su sacrificio fue completo, y ahora reina victorioso, como el Cordero que fue inmolado pero vive para siempre.
**¿Qué nos enseñan estos textos acerca de Jesús como sacrificio pascual?**
Que Jesús, en su muerte, cumplió y superó todas las expectativas del sacrificio pascual. Él es el Cordero sin mancha, cuya sangre nos protege del juicio y nos ofrece redención y vida eterna. Para cada uno de nosotros, esto significa que debemos aceptar esa gracia, vivir en pureza y reflejar en nuestra vida el carácter de Jesús, quien se entregó por amor y por la salvación del mundo.
**¿Cómo podemos reflejar mejor el carácter perfecto de Jesús en nuestra vida?**
Al imitar su humildad, su amor sacrificial y su obediencia perfecta, buscando vivir en justicia, misericordia y verdad. También, fortaleciendo nuestra fe en su obra redentora y permitiendo que su espíritu transforme nuestro carácter para que podamos ser testimonios vivos de su gracia.
**Miércoles, Mayo 07**
**Jesús en el templo**
Hay tensión en toda la historia de la Salvación. Dios desea restaurar la comunión que una vez disfrutamos con él y anhela acercarse a nosotros, pero llevar a los pecadores a su presencia los destruiría.
«Tú no eres un Dios que se complace en la maldad. El malo no habitará junto a ti» (Salmo 5: 4).
Este versículo refleja la santidad absoluta de Dios y su rechazo a la presencia del pecado en su estado actual. La justicia y pureza de Dios no permiten que el pecado quede sin castigo ni que los impuros puedan estar en su presencia sin mediación.
Al mismo tiempo, David también dice:
«Pero yo, por la riqueza de tu constante amor, entraré en tu casa. Con reverencia adoraré en tu santo templo» (Salmo 5: 7).
Este versículo revela el deseo de acercarse a Dios, confiando en su misericordia y amor inagotable. La entrada en su presencia requiere gratitud, reverencia y un corazón arrepentido, reconociendo que solo por su gracia y sacrificio podemos estar en comunión con Él.
**Lee Hageo 2: 7-9**
Mientras se construía el segundo Templo, el profeta Hageo comunicó la asombrosa promesa de que el nuevo Templo sería más glorioso que el anterior.
¿Pero qué significaba esa promesa?
Cuando Salomón dedicó el primer Templo, la gloria (kabod) de Dios que había acompañado a los hijos de Israel en su camino a Canaán llenó el Templo, por lo que los sacerdotes no pudieron permanecer allí para completar su labor (1 Reyes 8: 10-11). La presencia manifiesta de Dios en aquel momento fue tan intensa que llenó el lugar de su gloria.
Cuando se dedicó el segundo Templo, no estaba en él el Arca del Pacto, que representaba el Trono de Dios, pues Jeremías la había escondido (Jeremías 3: 16-17). La presencia literal de Dios no llenó el Templo esta vez, lo cual fue desgarrador para los creyentes. Entonces, ¿cómo se haría realidad la promesa registrada por Hageo?
La respuesta está en que en ese segundo Templo, Jesús, la encarnación de Dios, apareció en persona, en carne y hueso. Dios mismo salió de detrás del velo para convertirse en uno de nosotros y unirse a nosotros en este mundo arruinado por el pecado. Puesto que el Hijo de Dios era ahora el Hijo del Hombre, podíamos ver su rostro, oír su voz y ser testigos, por ejemplo, de cuando curó con su toque a un leproso impuro (Mateo 8: 3).
En lugar de que nosotros nos acerquemos a Él, Dios se acercó personalmente a nosotros cuando descendió en la persona de Jesús y vino a nuestro encuentro. No es, pues, de extrañar que la Biblia dijera de Jesús:
«La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa: “Dios con nosotros”» (Mateo 1: 23).
Piensa en lo que esto significa: que el Creador del cosmos haya estado dispuesto no solo a vivir entre nosotros, sino a morir por nosotros. La Cruz es la mayor manifestación del amor de Dios.
**¿De qué otras maneras podemos ver y experimentar la realidad del amor de Dios?**
Podemos experimentarlo a través de la gracia que nos transforma, la presencia del Espíritu Santo en nuestro corazón, las respuestas a nuestras oraciones, la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4: 7), y en la esperanza de la vida eterna que Jesús nos prometió. La Cruz, además, nos invita a amar como Él amó, a servir a los demás y a confiar en que, pese a las dificultades, su amor nunca nos abandona.
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**Jueves, Mayo 08**
**Tú creaste todas las cosas**
Los profetas estuvieron en pocas ocasiones suficientemente cerca de Dios en visión como para que se les permitiera ver el Trono de Dios.
Ezequiel lo vio por encima del firmamento (Ezequiel 1: 26); Isaías visitó el templo del Cielo (Isaías 6: 1).
A su vez, Juan fue escoltado hasta allí en visión y registró una de las descripciones más explícitas que tenemos del Trono de Dios (Apocalipsis 4: 2-11).
Los tipos propios del servicio del Santuario en el Antiguo Testamento indicaban que solo había un camino por el que la humanidad podía entrar en la presencia de Dios: la sangre de Cristo (ver, por ejemplo, Levítico 16: 2, 14).
**Lee Isaías 6: 1-5 y Apocalipsis 4: 2-11. ¿Qué elementos de estas dos visiones son similares? Presta atención al orden de los acontecimientos: ¿Qué tema se presenta primero? ¿Qué viene después? ¿Qué verdad acerca de Dios es subrayada en estas visiones?**
En cada una de estas visiones de la sala del Trono, lo primero que sucede es que los seres celestiales destacan la santidad de Dios.
En la visión de Isaías, la escena es impresionante: el Templo se llenó de humo y «los quiciales de las puertas se estremecieron» (Isaías 6: 4), mientras los serafines proclamaban:
«¡Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria!» (Isaías 6: 3).
En la visión de Juan, los querubines hacen la misma declaración:
«¡Santo, santo, santo es el Señor, el Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir!» (Apocalipsis 4: 8).
Cada profeta presenció una escena deslumbrante acerca de la gloria de Dios, resaltando su santidad absoluta y su carácter infinito.
Luego, en ambas visiones, la reacción del ser humano ante la presencia de Dios es la misma:
Isaías exclama que es un hombre de labios impuros (Isaías 6: 5), reconociendo su indignidad y su pecado.
Juan, por su parte, llora porque se enfrenta a la trágica verdad de que no se puede encontrar a nadie digno (Apocalipsis 5: 4).
Estas reacciones muestran que, cuando somos confrontados directamente con la santidad de Dios, comenzamos a comprender nuestra verdadera condición: somos totalmente indignos y necesitamos a Cristo como Redentor.
Satanás ha lanzado muchas acusaciones contra Dios, argumentando que es arbitrario, egoísta y severo, pero aun un breve momento en la sala del Trono de Dios pone al descubierto las mentiras de Satanás.
Al ver a Cristo como es en realidad, «el Cordero que fue inmolado» (Apocalipsis 5: 12), vemos también al Padre tal cual es.
Cuán reconfortante es saber que, al contemplar a Jesús, descubrimos cómo es el Padre (Juan 14: 9).
Pero, la mayor revelación de cómo es el Padre se aprecia en la muerte de Jesús por nosotros en la Cruz.
**La Cruz, por lo tanto, debería mostrarnos dos cosas:**
- Que Dios nos ama al punto de sacrificarse por nosotros,
- Y que nuestra condición como pecadores es tan grave y desesperada que solo mediante la Cruz podemos ser salvados.
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**Viernes, Mayo 09**
**Para estudiar y meditar**
Las Escrituras dejan claro que Cristo es el único que puede asegurar nuestra salvación.
Su vida fue la única sin pecado, el único ejemplo de una vida que satisfizo perfectamente la gloria del Padre. Él es el Cordero de Dios sin mancha y ahora está a la cabeza de la raza humana como nuestra seguridad eterna.
Al mismo tiempo, cargó con nuestra culpa, satisfaciendo así el juicio que es la respuesta de Dios a la maldad.
Cuando Juan presencia la increíble escena de los seres celestiales reunidos en torno al Trono de Dios, se le dice que deje de llorar porque «el León de la tribu de Judá […] ha vencido» (Apocalipsis 5: 5).
**Reflexiona también sobre lo grave que es el pecado y lo profundamente corrompida que está la humanidad**, al punto de que solo la muerte de Jesús, Dios mismo, podía resolver el problema del pecado.
De haber existido alguna otra manera de salvarnos, no cabe duda de que Dios la habría empleado.
«La quebrantada Ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo solamente existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre.
Puesto que la Ley divina es tan sagrada como Dios mismo, solo uno igual a Dios podía expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía salvar al hombre de la maldición de la Ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo.
Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo tan abominable a los ojos.
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Sábado 9 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 15: 22–16: 36; Génesis 3: 1–6; Éxodo 17: 1–7; 1 Corintios 10: 4; Éxodo 18: 1–27; 1 Corintios 10: 11.
Para memorizar
«Y el Señor dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo se negarán a guardar mis mandamientos y mis leyes? Miren que el Señor les dio el sábado. Por eso en el sexto día les da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su estancia, y nadie salga de su lugar en el séptimo día”. Así, el pueblo reposó el séptimo día» (Éxo. 16: 28–30).
Tras salir de Egipto, Israel emprendió un viaje desconocido hacia la Tierra Prometida. El pueblo se enfrentaba a un exigente y largo camino, y necesitaba aprender una multitud de lecciones. El Señor los guiaría y cuidaría, y deseaba ayudarlos a crecer, pero debían aprender disciplina, dominio propio, abnegación, generosidad, confianza en el Señor y, especialmente, obediencia.
Moisés era un líder visible, y el pueblo tenía que seguirlo y aceptar su liderazgo si querían triunfar. Era crucial que permanecieran unidos, que cooperaran como comunidad y que se ayudaran mutuamente. Había muchos obstáculos y desafíos por delante. Gran parte de su crecimiento espiritual dependería de cómo enfrentaran esos desafíos y respondieran a Moisés, especialmente cuando los retos fueran grandes.
El conocido adagio chino de que «un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso» era acertado en la situación de ellos, y necesitaban confiar en las indicaciones del Señor a cada paso. Trágicamente, como veremos, no aprendieron esas lecciones tan fácilmente. Pero ¿quién lo hace?.
Domingo 10 de agosto 2025
Aguas amargas
En los incidentes registrados en la Biblia, distintos personajes desempeñan papeles diferentes, buenos o malos, y debemos prestar mucha atención a las tramas, los lugares, los tiempos y los villanos. Sin embargo, lo más importante de un relato suele ser el desenlace y las lecciones aprendidas. Lo mismo puede decirse de los relatos bíblicos acerca de la historia del pueblo de Dios tras el cruce del Mar Rojo.
Como muestran los episodios, Dios es el Solucionador de problemas y el Pacificador. Sin embargo, su labor es dificultada por la incredulidad de las personas. Debido a su constante murmuración y desobediencia, los hebreos experimentaron serias complicaciones e incluso tragedias. Trajeron sobre sí mismos muchas dificultades debido a su incredulidad e impenitencia.
Lee Éxodo 15: 22 al 27. Tras el cruce del Mar Rojo, ¿cuál fue el trasfondo del primer milagro realizado?
La primera prueba de la fe de Israel estuvo asociada a la necesidad de agua, lo que no es de extrañar dado el difícil, caluroso y seco entorno del desierto. Después de tres días de viaje, el pueblo finalmente encontró agua, pero no era potable. Marah significa «amargo», y como el agua era amarga la fe de Israel en su bondadoso Señor se tambaleó rápidamente. Sin embargo, Dios reaccionó con compasión, y el primer milagro fue realizado con un trozo de madera. Por supuesto, no fue la madera sino el Señor quien hizo que el agua se tornara dulce y potable. El pueblo tuvo que aprender importantes lecciones: (1) Paciencia para esperar el momento oportuno del Señor, y (2) que Dios hace las cosas en cooperación con los seres humanos.
Sin embargo, los hijos de Israel dieron muchas cosas por sentadas y rápidamente olvidaron los grandes milagros que Dios había hecho por ellos, milagros por los que tan apasionadamente le habían cantado alabanzas, declarando: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?» (Éxo. 15: 11).
Sin embargo, incluso después de sus quejas, Dios prometió que no traería sobre los israelitas «ninguna de las enfermedades» (Éxo. 15: 26, NVI) que habían asolado a los egipcios. Él los protegería, pero solo podrían experimentar el cumplimiento de esta promesa si se mantenían fieles a él.
¿Qué pruebas y luchas has enfrentado como resultado de tus propias decisiones? ¿Qué consuelo puedes obtener al saber que Dios seguirá obrando en tu favor si cooperas con él?.
Lunes 11 de Agosto
Codornices y maná
Desgraciadamente, existe un patrón repetitivo de rebelión en estas historias de peregrinación. La gente olvidaba notoriamente que la poderosa mano de Dios les había ayudado en el pasado y que él había provisto soluciones para sus dificultades. Dejaron que sus problemas presentes los cegaran respecto de su meta final y del futuro maravilloso prometido por Dios. Ese es un problema común incluso entre el pueblo de Dios actualmente.
Lee Éxodo 16: 1 al 36. ¿Por qué se quejaron los israelitas y qué ocurrió luego?
Es importante notar que las tentaciones registradas en la Biblia suelen estar relacionadas con el alimento. En el Jardín del Edén, la Caída se debió a la acción de comer del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2: 16, 17; 3: 1-6). Cuando Jesús fue tentado en el desierto, Satanás intentó hacerlo caer valiéndose primero de la comida (Mat. 4: 3). Esaú perdió sus derechos como primogénito a causa de su apetito indisciplinado (Gén. 25: 29-34). ¡Cuántas veces la desobediencia de Israel estuvo relacionada con la comida y la bebida! No es de extrañar que Moisés recordara a las generaciones posteriores: «El hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor» (Deut. 8: 3).
El maná era un alimento celestial que Dios suministró a los israelitas durante los cuarenta años en el desierto. Les enseñó mediante ese don que él es el Creador y el Proveedor de todo. Además, Dios usó la provisión sobrenatural de maná para mostrarles cómo guardar el sábado, el séptimo día semanal.
Cada semana ocurrían cuatro milagros: (1) Dios proveía una ración diaria de maná durante cinco días. (2) Los viernes recibían una ración doble de maná, pues este no les sería provisto el sábado. (3) La ración extra del viernes reservada para el sábado no se echaba a perder. (4) No caía maná en sábado. Dios realizaba constantemente estos milagros para que el pueblo recordara el sábado y celebrara la bondad de Dios durante ese día. Dios dijo: «Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado el sábado» (Éxo. 16: 29, NVI).
A los humanos nos agrada comer y fuimos creados para disfrutar de ello. La abundancia de alimentos que crecen en la tierra (nuestra dieta original) revela que Dios quiere que comamos y que nos agrade lo que comemos. Sin embargo, ¿cómo es posible abusar del maravilloso don de la comida y del apetito?.
Martes 12 de Agosto 2025
Agua de la roca
En el desierto se necesita mucha agua. Dios se ocupó de este problema pese a que el pueblo se mostró contencioso, desconfiado e incluso puso a prueba su poder y disposición para darles agua. En su incredulidad, anhelaron regresar a Egipto.
Lee Éxodo 17: 1 al 7. ¿Qué lección debería haber aprendido el pueblo de este incidente?
Moisés llamó al lugar Masa, que significa «prueba», y Meriba, que significa «rencilla». El Señor dio agua a los israelitas a pesar de su incredulidad. Esas dos palabras deberían haberles recordado que no debían poner a prueba a Dios ni reñir con él (Heb. 3: 7, 8, 15). Cuestionaron seriamente la presencia de Dios a pesar de las numerosas demostraciones previas que habían tenido de su compañía, poder y autoridad.
«Moisés hirió la peña, pero fue el Hijo de Dios el que, escondido en la columna de nube, estaba junto a Moisés e hizo brotar las vivificadoras corrientes de agua. No solo Moisés y los ancianos, sino también toda la multitud que estaba de pie a lo lejos, presenciaron la gloria del Señor; pero si se hubiera apartado la columna de nube, habrían perecido a causa del terrible fulgor de aquel que estaba en ella» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 270).
El agua es un símbolo de vida, ya que sin ella no hay vida. Todas las células de nuestro cuerpo necesitan agua. Nosotros mismos estamos constituidos por un 60 % de agua. Incluso nuestros huesos están en parte compuestos por ella. Por lo tanto, el hecho de que Dios proporcionara agua a los israelitas en el desierto era evidencia de que Dios se preocupaba por sus necesidades y de que podían confiar en él. Pero, de nuevo, era necesario que fueran obedientes.
Muchos siglos después, Pablo recuerda a los creyentes que la experiencia de los israelitas en el desierto fue única. Cristo mismo no solo los guio, sino que también les proporcionó agua (Sal. 78: 15, 16) y satisfizo otras necesidades espirituales y físicas. En tal sentido, el apóstol afirmó: «La roca era Cristo» (1 Cor. 10: 4). Para ellos, Cristo era la Fuente de la vida y el Dador de la vida eterna. Así como una roca es firme, Dios guio a su pueblo con seguridad. Podemos confiar en él, porque no deja de cumplir sus promesas.
¿En qué aspectos necesitas ahora mismo confiar en Dios? ¿Cómo puedes aprender a someterte a su voluntad y esperar hasta que él actúe a su debido tiempo? ¿Por qué no siempre es fácil hacerlo?.
Miercoles 13 de Agosto
Jetro
Moisés recibió la visita de Jetro, su suegro, también llamado Reuel (Éxo. 2: 18), quien trajo consigo a Séfora, la mujer de Moisés, y a sus dos hijos, Gersón y Eliezer. Moisés salió a recibirlos cuando supo que venían.
Lee Éxodo 18: 1 al 27. ¿Qué pasos importantes en la historia de la nación tuvieron lugar aquí?
Jetro vino porque oyó hablar de la asombrosa liberación de Israel por parte de Dios. Moisés narró a Jetro en detalle «todas las cosas que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo el Señor los había librado» (Éxo. 18: 8).
Jetro alabó la bondad de Dios y sus extraordinarias intervenciones en favor de su pueblo: «¡Alabado sea el Señor que los libró de mano de los egipcios y de Faraón, y libró al pueblo de la opresión egipcia! Ahora reconozco que el Señor es grande más que todos los dioses, porque prevaleció contra los que se ensoberbecieron contra ellos» (Éxo. 18: 10, 11).
Lo que vemos aquí es un ejemplo de cómo la obra de Dios en favor de los hebreos debía ser un testimonio para el mundo acerca de quién es el Dios verdadero y de lo que puede hacer por su pueblo.
Mientras Jetro aprendía acerca del Dios verdadero, él mismo tenía consejos sabios y beneficiosos para ofrecer al pueblo de Dios. Moisés necesitaba organizar el sistema legal con principios justos y equitativos. También necesitaba jueces íntegros, dedicados y fieles. Jetro enumeró sabiamente las calificaciones que debían tener esas personas: (1) Hombres que respetaran profundamente a Dios; (2) que fueran dignos de confianza; y (3) que odiaran la ganancia deshonesta. Personas capaces y de buen carácter debían estar a cargo de diferentes grupos de miles, centenas, cincuentenas y decenas. De este modo, la carga administrativa de Moisés se reduciría y podría centrarse en los problemas importantes. Como resultado, el pueblo estaría bien atendido.
Moisés aceptó el sabio consejo de Jetro (Éxo. 18: 24) y nombró líderes para diferentes funciones administrativas (ver también Deut. 1: 9-18).
Moisés podría haber despreciado el consejo de su anciano suegro y haberle dicho que se ocupara de sus asuntos, pero no lo hizo. ¿Qué lecciones importantes podemos aprender de su disposición a escuchar a alguien que ni siquiera era hebreo?..
Jueves 14 de Agosto 2025
El Pan y el Agua de vida
Lee 1 Corintios 10: 11. ¿Qué razón aduce Pablo para que estos acontecimientos quedaran registrados?
Pablo explica que todo lo sucedido a los israelitas quedó registrado a fin de que sirviera como ejemplo y advertencia para los seguidores de Cristo y los ayudara a evitar los mismos problemas; es decir, para que aprendieran de esas experiencias. Se trata, pues, de una instrucción pertinente para quienes vivimos en «el fin de los tiempos» (NVI). Dios da a su pueblo el Espíritu Santo para fortalecer a los creyentes con «poder, [...] amor y [...] dominio propio» (2 Tim. 1: 7) a fin de que puedan tomar decisiones correctas y seguir sus enseñanzas. Jesucristo es la Fuente de la nueva vida (Juan 14: 6), y solo él puede convertirnos «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es el culto espiritual de ustedes. [...] No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su entendimiento, para que puedan comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12: 1, 2).
Jesús también usó las enseñanzas contenidas en estos relatos, los del maná y el agua en particular, para enseñar verdades acerca de sí mismo, quien los guio por el desierto.
Lee Juan 4: 7 al 15 y 6: 31 al 51. ¿Qué verdades se nos revelan aquí a los cristianos?
La samaritana descubrió que Cristo le ofrecía algo que no obtendría en ningún otro lugar. La sed interior de paz, alegría y felicidad procede de Dios y, por lo tanto, solo él puede satisfacerla (Sal. 42: 1, 2).
Más tarde, en el contexto del maná, Jesús explicó que fue Dios, no Moisés, quien lo proveyó al pueblo. Luego Jesús declaró: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre» (Juan 6: 35). Jesús se identificó tres veces como el Pan de vida (Juan 6: 35, 41, 48).
Así como el maná en el desierto era «pan del cielo» (Juan 6: 31, 32), el agua de la roca era el regalo de Cristo para satisfacer la sed. Además de estos aspectos físicos, el pan y el agua tenían también un significado espiritual, pues Jesucristo es «el pan de vida» (Juan 6: 35, 48) y el «agua viva» (Juan 4: 10, 11, 14; 7: 37, 38). Solo él, pues, puede saciar verdaderamente nuestras sed y hambre espirituales.
Viernes 15 de Agoosto 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «Del Mar Rojo al Sinaí» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 263-274.
Poco después del incidente con el agua, la nación se enfrentó a un nuevo peligro (ver Éxo. 17: 8-16). Los amalecitas, una tribu feroz y belicosa, los atacaron. «Los amalecitas no desconocían el carácter de Dios ni su soberanía, pero en lugar de temerlo, se habían empeñado en desafiar su poder. Las maravillas hechas por Moisés ante los egipcios fueron tema de burla para los amalecitas, y se mofaron de los temores de los pueblos circunvecinos. Habían jurado por sus dioses que destruirían a los hebreos de tal manera que ninguno escaparía, y se jactaban de que el Dios de Israel sería impotente para resistirlos. Los israelitas no los habían perjudicado ni amenazado. En ninguna forma habían provocado el ataque. Para manifestar su odio y su desafío a Dios, los amalecitas trataron de destruir al pueblo escogido.
«Durante mucho tiempo habían sido pecadores arrogantes, y sus crímenes clamaban a Dios exigiendo venganza; sin embargo, su misericordia todavía los llamaba al arrepentimiento. Pero, cuando cayeron sobre las cansadas e indefensas filas de Israel, sellaron la suerte de su propia nación» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 271-272).
Preguntas para dialogar:
Reflexiona en el hecho de que Jetro aprendió acerca del Dios verdadero a partir de lo que Dios hizo por su pueblo. (Ver Éxo. 18: 8-10), ¿Por qué es válido hoy ese principio? Pregúntate a ti mismo y a tu clase qué tipo de testimonio presenta nuestra iglesia ante el mundo. ¿Qué mensaje damos al mundo acerca de la naturaleza y el carácter de nuestro Dios?
Lee nuevamente 1 Corintios 10: 4. ¿Qué debería enseñarnos esto acerca de la antigua herejía, sostenida aún por algunos, según la cual el Dios del Antiguo Testamento era vengativo, iracundo e implacable en contraste con Jesús? ¿Cómo muestra este versículo lo erróneo de esa creencia?
Vuelve a leer lo que Elena G. de White escribió acerca de cómo los amalecitas tuvieron la oportunidad de conocer al Dios verdadero. Compara su actitud con la de Jetro. ¿Qué lecciones podemos aprender de esto acerca de por qué Dios trajo juicio no solo sobre ellos, sino también sobre muchos grupos humanos de la antigüedad con los que Israel entró en contacto?.